Málaga

En la capital de la Costa del Sol podemos ver discurrir la historia del Mediterráneo, desde vestigios de su fundación por los fenicios hace casi tres mil años, hasta lugares de rabiosa modernidad, siempre dentro de una ciudad muy vital y auténtica. La mayoría de la oferta cultural se encuentra en un espacio limitado, ceñido a su núcleo originario, que es perfectamente abarcable en un paseo peatonal.

La colina de la Alcazaba es un lugar donde varias culturas se unen. Fue el solar de la Malaka fenicia. En su ladera apoya la cavea o graderío de un teatro romano cuya estructura podemos distinguir en su totalidad. En la cima tenemos la Alcazaba, sede de los gobernantes musulmanes que durante ocho siglos dominaron este rincón de Al-Andalus. Tres recintos amurallados concéntricos y siete puertas protegen los palacios, y en pocos metros podemos ver la evolución de la arquitectura musulmana.

La Malaqa musulmana, famosa por sus defensas, estaba dominada desde las alturas por el castillo de Gibralfaro. En él, además del propio monumento y un centro de interpretación, podemos disfrutar de magníficas vistas panorámicas sobre la ciudad, el puerto y su bahía, que nos ayudan a entender la razón de ser de esta ciudad marinera. Para aquellos apasionados de la arqueología, existe una ciudad casi secreta, con restos dispersos por diversos rincones, muchas veces en sus sótanos y aparcamientos subterráneos.

La Catedral de Nuestra Señora de la Encarnación es una joya algo desconocida y que suele sorprender a los visitantes. Junto a un templo gótico inacabado, que se superponía a la mezquita, se construye desde el siglo XVI una catedral renacentista, con una impresionante altura. El proceso de construcción se prolongó hasta el XVIII. La magnífica sillería del coro, obra del más afamado escultor barroco español, Pedro de Mena, enriquece su interior. Desde fuera llama la atención su torre inacabada, que le ha granjeado el sobrenombre de “la Manquita”.

El Museo Picasso de Málaga ha supuesto el regreso de la obra de su hijo más universal. La colección del museo malagueño se caracteriza, respecto a otros dedicados al artista, en que está formada en su mayoría por obras que Picasso conservó hasta su muerte. Junto con alguna obra de su niñez., van desfilando por las salas sus mujeres, hijos o temas favoritos, tratados con la rica variedad técnica que distingue a este artista global. La sede del Museo es el mal llamado Palacio del Conde de Buenavista, ejemplo de arquitectura residencial de época renacentista. En el subsuelo podemos visitar el sustrato de la ciudad, ya que alberga la muralla y otras estructuras de la Malaka fenicia.

La oferta picassiana se puede completar un recorrido por los lugares que vieron el inicio de su vida, como su casa natal, situada en la Plaza de la Merced, que hoy alberga una fundación dedicada al pintor, o la iglesia de Santiago, templo gótico-mudéjar con interior barroco, en donde fue bautizado.

Málaga se ha convertido en los últimos años en uno de los destinos del Mediterráneo que más visitantes de cruceros recibe. Por algo será.

Un breve paseo nos lleva al Museo Carmen Thyssen, que ocupa otro bello edificio. La colección abarca el Romanticismo y el costumbrismo del siglo XIX.

Un espacio aún no habitual en los circuitos turísticos, pero que recomendamos fervientemente a los amantes de las artes decorativas y la belleza, es el Museo del Vidrio y Cristal de Málaga. Ubicado en un antiguo caserón cuidadosamente restaurado, alberga mucho más de lo que su nombre dice.

El Centro de Arte Contemporáneo (CAC), instalado en un antiguo mercado, ha contribuido también a situar a Málaga en la esfera de la creatividad actual. Cuenta con una colección permanente y acoge exposiciones de reconocidos artistas de todo el mundo.

Entre otros museos destacamos el de Artes Populares o el Museo del Patrimonio Municipal, o los dedicados a la famosa Semana Santa malagueña o al Vino, de gran tradición en esta tierra. También existe la posibilidad de visitar sus mercados, bodegas o los jardines botánicos e históricos del Parque -en la misma ciudad- o de la Concepción, favorecidos por el suave clima malagueño.

Esta oferta se puede articular en diversas visitas temáticas (Málaga musulmana, Málaga arqueológica, Málaga y Picasso, Iglesias de Málaga, Málaga museos) o bien visitas a la carta, según los gustos del cliente (por ejemplo, en una mañana o una tarde, Catedral, Teatro romano y Alcazaba, o bien Museo Picasso y Alcazaba, etc.) o incluso panorámicas en autobús. También se puede optar por paseos por sus calles, donde podemos recorrer desde estrechos callejones de raigambre musulmana a las rectas calles fruto de las remodelaciones de final del XIX, en el entorno de la calle Larios, la principal arteria comercial de la ciudad. Casi todo el centro es área peatonal. Málaga merece más de un día. En la noche se puede optar por el descanso en una renovada oferta hotelera y visitar los innumerables restaurantes, bares y terrazas en calles y plazas del casco antiguo o bien junto al mar, en las playas de Pedregalejo, Huelin o en el puerto. Dicho sea de paso, Málaga se ha convertido en los últimos años en uno de los destinos del Mediterráneo que más visitantes de cruceros recibe. Por algo será.

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